jueves, 2 de junio de 2011

Literatura colonial

Literatura colonial

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1. Contexto histórico
“Fe, esperanza y caridad, son importantes; pero más importante es el interés bancario”, dijo a Colón Santángel, el baquero que prestó a la reina el dinero para las expediciones al Nuevo Mundo. El interés por el oro, el comercio y las comodidades conseguidas con estos medios, comenzaron a desplazar los piadosos ideales de la Edad Media. La búsqueda del dinero empezó a ser más importante que la búsqueda de Dios.
Los descubrimientos geográficos hicieron ver a comerciantes, banqueros y reyes que había otros lugares donde se podrían ampliar los dominios políticos y económicos. Nuevas tierras estaban esperando para lograr la riqueza material y el logro de una vida más práctica.
Europa veía con urgencia que debía encontrar nuevas rutas hacia Oriente. El Mediterráneo estaba dominado por los moros y por es lado era imposible pasar para hacer negocios con los reinos de India y China, a donde todo mundo quería llegar, llevados por las noticias de viajeros que informaban del esplendor y riquezas que había en el extremo oriente.
Los reyes europeos veían la necesidad económica de ampliar sus dominios y trataron de justificar su ambición con la idea de que era también su deber propagar la fe católica en tierras de infieles y paganos. La conquista y los descubrimientos tenían motivaciones económicas, políticas y religiosas. La fe de los europeos tenía motivaciones distintas, pero que unidas convertían a sus iniciativas en empresas exitosas. El amor al dinero, el placer del poder y la misión de evangelizar idólatras, eran las causas que movían a reyes, banqueros, soldados, aventureros y sacerdotes.
España se convierte en potencia. Portugal patrocinó la expedición alrededor de África y los reyes católicos, una vez librados de la invasión árabe, tenían necesidad de ampliar sus dominios. Patrocinaron a Cristóbal Colón, un hombre convencido de sus ideales, ambicioso, seguro de sí mismo, que supo esperar siete años hasta encontrar quienes creyeran en su plan de llegar a la indias por occidente. Finalmente no llegó a las indias y murió sin saber que había descubierto un nuevo continente.
Las expediciones a América provocaron el encuentro con mundo extraño, distinto a lo que se conocía en Europa. La vegetación, los animales, las comidas, el clima y, sobre todo, la nueva cultura. Todo era nuevo. Causaba admiración a los españoles que llegaban a este continente. Hubo quienes tuvieron la prudencia de escribir lo que veían, lo que escuchaban, lo que sentían. Soldados que tenían el gusto de escribir y frailes que percibieron la importancia de guardar por escrito la grandeza de la cultura indígena.

Literatura de México

 
La literatura de México es una de las más prolíficas e influyentes de la lengua española junto con literatura de España, de Argentina y Cuba. Tiene autores reconocidos a nivel internacional tales como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Amado Nervo, Jaime Sabines, Ignacio Manuel Altamirano, Juan José Arreola, Federico Gamboa, José Emilio Pacheco, Alfonso Reyes, Fernando del Paso y muchos más.
Tiene sus antecedentes en las literaturas de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Sin embargo, con la llegada de los españoles, se dio un proceso de mestizaje que luego dio paso a una época de criollización de la literatura producida en la Nueva España. El mestizaje de la literatura novohispana es evidente en la incorporación de numerosos términos de uso corriente en el habla local del virreinato y en algunos de los temas que se tocaron en las obras del periodo. Durante la época virreinal, Nueva España albergó a escritores barrocos como Bernardo de Balbuena, Carlos de Sigüenza y Góngora, Juan Ruiz de Alarcón, Sor Juana Inés de la Cruz, La Décima Musa y Rafael Landívar. Muy destacados y que dieron la lucha incial por la emancipación de la literatura nacional de la literatura de la península: Diego José Abad, Francisco Javier Alegre y Fray servando Teresa de Mier.
Hacia el final del régimen colonial, en Nueva España surgieron figuras como José Joaquín Fernández de Lizardi, cuya obra es considerada como emblema de la picaresca mexicana y la primera novela moderna escrita en el continente americano. Hacia la segunda mitad de ese siglo, surgen obras como Los mexicanos pintados por sí mismos, libro costumbrista que nos da una idea aproximada de cómo veían los intelectuales de la época al resto de sus coterráneos. Hacia el final del siglo, durante el Porfiriato, los escritores mexicanos se inclinan hacia las tendencias dominantes de la época. Para celebrar el centenario de la Independencia de México, se preparó la llamada Antología del Centenario, que pretendía recopilar autores de los primeros cien años de México, pero quedó trunca y se publicó sólo el primer tomo en dos volúmenes que, sin embargo, recogen la poesía. Los grandes poetas de la época son Fray Manuel de Navarrete, Fernando Calderón, Ignacio Rodríguez Galván. Destacan la pléyade de poetas modernistas como Amado Nervo y Manuel Gutiérrez Nájera. De la misma época y que recopiló la Antología del Centenario, Luis G. Urbina. De reconocido prestigio, Efrén Rebolledo, José Juan Tablada, Enrique González Martínez y Ramón López Velarde.
La irrupción de la Revolución mexicana favorece el desarrollo del género periodístico. Una vez concluido el conflicto civil, el tema de la Revolución apareció como tema en novelas, cuentos y obras teatrales en las plumas de Mariano Azuela o Rodolfo Usigli. Esta tendencia sería antecedente del florecimiento de una literatura nacionalista, que tomó cuerpo en la obra de escritores como Rosario Castellanos o Juan Rulfo. También aparece en escena una literatura de corte indigenista, que pretende retratar el pensamiento y la vida de los pueblos indígenas de México, aunque irónicamente, ninguno de los autores fuera indígena. Entre ellos hay que señalar a Miguel Angel Menéndez Reyes, a Ricardo Pozas y a Francisco Rojas González.
De modo alterno a estas corrientes dominantes, se desarrollaron en el país otros movimientos menos conocidos por estar fuera del foco principal. Entre ellos hay que señalar a los estridentistas (década de 1920), como Arqueles Vela y Manuel Maples Arce. Otro movimiento de relevancia para la historia literaria del país lo constituyó el grupo de Los Contemporáneos (década de 1930), que agrupaba a figuras como el periodista Salvador Novo y los poetas Xavier Villaurrutia y José Gorostiza. Ya hacia la segunda mitad del siglo XX, la literatura mexicana se había diversificado en temáticas, estilos y géneros. En 1990, Octavio Paz se convirtió en el único mexicano hasta la fecha que ha ganado el Premio Nobel de Literatura.

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